La Divinidad es el gran misterio indescriptible, más allá de la palabra, lo ilimitado que no puede ser contenido en el lenguaje limitado y dualista.
En el mundo, la Divinidad se hace palabra y nacen: La Diosa Madre y el Dios Padre. Son la gran madre y el gran padre de todos los seres. La Diosa es nocturna, lunar y marina y reina sobre la energía femenina del agua y la tierra. El Dios Padre es diurno, solar y celestial y reina sobre la energía masculina del fuego y el aire.
En el paso del tiempo y en diferentes territorios, Diosa Madre y Dios Padre han tenido muchos nombres. Todos los seres son sus hijos, aunque estos los llamen de distintas formas. Todos los seres son sus hijos incluso si estos no los reconocen, llamen ni busquen.
La Divinidad a través de su espíritu (éter), bendice a todos los seres con unidad, conexión y pertenencia a la sagrada red que nos une a todos.
La práctica mágica nos sintoniza con el sol, la luna, el mar, el cielo, el amanecer, el atardecer, el dia, la noche y las estaciones del año. Habitamos con mayor atención y consciencia. Salimos del automático para volver a habitar en el cuerpo, los sentidos y el momento, lugar y acción presente.