La energía femenina es la Diosa Madre, la madre de todos los seres, quien reina sobre los elementos agua y tierra. A través del agua nos entrega las bendiciones de la emoción: amor incondicional, ternura, compasión y autoestima positiva. A través de la tierra nos entrega las bendiciones del cuerpo y la materia: belleza, salud, abundancia, la vivencia del placer sin adicciones. La diosa madre es lunar, nocturna y marina. La oscuridad de la Diosa Madre es la profundidad del inconsciente en donde se refugian nuestros dolores y traumas.
La energía masculina es el Dios Padre, el padre de todos los seres, quien reina sobre los elementos aire y fuego. A través del aire nos entrega las bendiciones del intelecto: sabiduría y visión clara de la realidad. A través del fuego nos entrega las bendiciones de la voluntad: fuerza, autodisciplina, sentido y propósito para vivir al alinear nuestros dones con el trabajo y oficio que ponemos al servicio del mundo. El Dios padre es solar, diurno y celestial. La luz del Dios Padre es la claridad de nuestra mente para poder ver el mundo y a nosotros mismos con sabiduría.