En la Magia de sanación elemental renunciamos a la necesidad de dominar y controlar, porque esto se basa en la separación de un yo que somete a un otro. No existe la separación yo/otro, sino una sagrada Red.
Nos sentamos y observamos los ciclos naturales. Aprendemos la función de cada ser y con humildad agradecemos por su servicio cuando lo necesitamos.
"Manzanilla para el dolor de cabeza, ruda para abrir caminos, yagra para la abundancia, salvia para alejar entidades". Todo nuestro ser les dice: "Gracias por tu función y servicio".
Renunciar a la necesidad de controlar y someter es entender que: para salir a pescar no controlamos el océano. Alguien tuvo que observar cuando era el momento más apropiado para sacar los botes a la orilla, usar la marea a su favor para salir a pescar y luego, encontrar el momento adecuado para regresar a salvo a casa. No controlamos las mareas, pero si las respetamos y con humildad agradecemos para poder usarlas a nuestro favor.
Habitamos en el mundo observando, aprendiendo, honrando, agradeciendo, sintonizándonos con la naturaleza y sus ciclos. No controlamos, no dominamos, no sometemos. Con humildad sabemos que cada ser tiene una función sagrada para el bienestar de todos los seres de la Red. Dedicamos tiempo a conocer esta función: para conectar con el éter o espíritu presente en la lavanda, bebemos la infusión de sus flores, nos damos un baño de tina con la planta, usamos el aceite esencial en nuestro cuerpo, quemamos sus hojas en nuestro hogar, usamos vestimenta de este color. Honramos, aprendemos, agradecemos. Desde la experiencia conectamos con la lavanda y nos vinculamos con ella para saber reconocer cuando es apropiado usarla en el futuro. A través de nosotros la lavanda cumplirá su función en la Red: bendecir con tranquilidad, promover el buen dormir, purificar el aura.
No controlamos, no sometemos, no dominamos. Porque para eso se requiere un yo separado del otro. La separación es una ilusión, lo que existe es una sagrada Red que nos une a todos.